Artículo publicado por The Independent
Steve Buscemi - The face of indie cinema
2 de abril de 2010
Steve Buscemi es un favorito de culto. Le cuenta a Stephen Applebaum acerca de su último papel, en una historia de coraje de un nazi en Japón.
Steve Buscemi nunca fue y nunca será considerado como una de las personas más hermosas de Hollywood, ni encontrara empleo fijo como protagonista romántico. Pero es su menos que perfecta apariencia -su natural ordinariedad, si así quieres llamarlo- lo que forma la mayor parte del atractivo del neoyorquino.
En una era donde hasta los políticos son vanamente sucumbidos por el maquillaje, él se siente autentico; y aunque no siempre nos puede gustar sus a menudo irregulares, débiles o tramposos personajes, al menos podemos empatizar con sus defectos, vulnerabilidades e inseguridades, precisamente porque Buscemi se siente como uno de nosotros. Como su amigo y alguna vez colaborador Jim Jarmusch comento: "En los personajes que interpreta y en su propia vida, él representa esa parte de todos nosotros que no está en la cima del mundo".
Buscemi a menudo se ha encontrado interpretando personajes que no logran finalizar una película ilesos, si es que llegan al final. Su criminal de poca monta Carl Showalter, por ejemplo, fue metido dentro de una trituradora de madera en el clásico Fargo de los hermanos Coen, mientras que su salida de Los Soprano fue dramáticamente facilitada por una bala del mismo Tony Soprano.
Aunque sus personajes han tenido más suerte últimamente, las golpizas y muertes se volvieron tan frecuentes en cierto punto que Buscemi comenzó a saltearse el guión hasta el final para ver si su personaje salía con vida, o al menos entero.
Ahora interpreta a una figura de la vida real en la premiada película épica John Rabe (a.k.a. City Of War: The Story Of John Rabe) del director alemán Florian Gallenberger. Buscemi hace de un doctor estadounidense en Nanking, en 1937, que forma parte de un grupo de ciudadanos extranjeros liderarados por John Rabe (Ulrich Tukur), el director de la sucursal china de Siemens y miembro del partido Nazi, quien con la invasión japonesa utiliza su influencia para crear una zona segura para los civiles chinos, salvando un estimado de 200.000 vidas. En este contexto la bandera nazi, en vez de un símbolo de muerte y opresión, se transforma irónicamente en un símbolo de seguridad. Mientras este elemento le presentó a Gallenberger, como alemán, un dilema, Buscemi dice "nunca tuve reparo en eso". "Me interesó realmente la historia desde el principio, incluso antes de leer el guión. Me gustan las historias sobre gente compleja, y John Rabe era una persona muy compleja".
Esta no es la primera vez que Buscemi aparece en una película que refleja las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. En 2001 interpretó a un prisionero de Auschwitz-Birkenau, en The Grey Zone de Tim Blake Nelson. Un desgarrador drama sin tregua sobre el Holocausto que evitó el sentimentalismo de La lista de Schindler, la película no recibió distribución en los cines de vario territorios, a pesar de tener un reparto de calidad compuesto por Buscemi, Harvey Keitel, Mira Sorvino, Allan Corduner y David Arquette. Buscemi se pone filosófico acerca de la suerte de la película. Habiendo visto otras de sus películas ir por el mismo camino, él aprendió "bastante temprano que la experiencia que se guarda es la realización de la película... Es decir, es genial si una película consigue atención. Pero actualmente estoy agradecido incluso si la película es estrenada".
Ya tenía este modo de pensar cuando congenió con un desconocido cineasta llamado Quentin Tarantino en un thriller de bajo presupuesto llamado Reservoir Dogs. Sería la película que traería reconocimiento a Buscemi.
Buscemi es hijo de un empleado del departamento de basura y una anfitriona de hotel. Adquirió aprecio por las películas a través de su madre, que a menudo lo llevaba a él y a sus hermanos al cine, y luego desarrolló el gusto por el teatro. La actuación le interesó desde una edad temprana, pero, comenta: "En realidad nunca creí que eso fuese algo que yo podría hacer".
Al final entró al Instituto de teatro y cine Lee Strasberg de Manhattan dos años después de terminar la secundaria, estudiaba actuación durante el día y hacía comedia stand-up por la noche. Buscemi fue lo suficientemente bueno como para conseguir un lugar en el prestigioso club cómico de Nueva York, The Improv, pero se dio cuenta de que lo que más quería era ser actor. "Me gustaba más trabajar con otras personas en vez de estar ahí solo".
Sin embargo, no abandonó completamente la comedia en vivo, y a principios de los años 1980 formó un grupo de actuación surreal junto a Mark Boone Junior, que duraría casi una década. En esa época, Buscemi además conoció a su futura esposa, Jo Andres, una innovadora coreógrafa y cineasta, y estuvo abierto a la escena artística y al teatro experimental que estaba creciendo a sus alrededores en la East Village. "Una vez que me involucré en eso, realmente se me abrió una puerta al mundo", dice.
Su primer trabajo en pantalla llego por cortesía de Eric Mitchell, que lo incluyó en The Way it Is. Pero fue su tercera película, Parting Glances, donde interpretó a un músico de rock con HIV, la que puso la bola a rodar, según Buscemi ("El primer par de películas no fueron estrenadas hasta después de Parting Glances").
Trabajando con gente como Jim Jarmusch, Tom DiCillo, Alexandre Rockwell y los hermanos Coen se volvió en un sostén principal del cine independiente estadounidense, al mismo tiempo, Buscemi ha evitado encasillarse apareciendo también en menús más comerciales, incluyendo la absurda Armageddon, dirigida por Michael Bay, y Con Air, producida por Jerry Bruckheimer.
"Yo voy a donde está el trabajo interesante", dice. "Ha sido principalmente en el cine independiente, pero desde luego no me opongo a hacer trabajos más comerciales".
Los sueldos más grandes que llegan con trabajos comerciales además le dan los medios financieros para poder dirigir sus propias películas, como Interview de 2007, protagonizada por él mismo y Sienna Miller. "Ayuda saber que más tarde puedo hacer una película grande y estar bien".
A decir verdad, el siempre en expansión curriculum de Buscemi, que ahora tiene un papel fijo en la serie de HBO producida por Martin Scorsese, Boardwalk Empire, sugiere que probablemente le está yendo mucho mejor que "bien". ¿Qué piensa entonces de la frase de Jarmusch acerca de él y no estar en la cima del mundo? Pregunto.
"Creo que no es bueno estar en la cima del mundo", dice, sonando como el anti-James Cameron. "Debe ser solitario estar en la cima. Yo prefiero estar con el resto del mundo".
Steve Buscemi - The face of indie cinema
2 de abril de 2010
Steve Buscemi es un favorito de culto. Le cuenta a Stephen Applebaum acerca de su último papel, en una historia de coraje de un nazi en Japón.
Steve Buscemi nunca fue y nunca será considerado como una de las personas más hermosas de Hollywood, ni encontrara empleo fijo como protagonista romántico. Pero es su menos que perfecta apariencia -su natural ordinariedad, si así quieres llamarlo- lo que forma la mayor parte del atractivo del neoyorquino.
En una era donde hasta los políticos son vanamente sucumbidos por el maquillaje, él se siente autentico; y aunque no siempre nos puede gustar sus a menudo irregulares, débiles o tramposos personajes, al menos podemos empatizar con sus defectos, vulnerabilidades e inseguridades, precisamente porque Buscemi se siente como uno de nosotros. Como su amigo y alguna vez colaborador Jim Jarmusch comento: "En los personajes que interpreta y en su propia vida, él representa esa parte de todos nosotros que no está en la cima del mundo".
Buscemi a menudo se ha encontrado interpretando personajes que no logran finalizar una película ilesos, si es que llegan al final. Su criminal de poca monta Carl Showalter, por ejemplo, fue metido dentro de una trituradora de madera en el clásico Fargo de los hermanos Coen, mientras que su salida de Los Soprano fue dramáticamente facilitada por una bala del mismo Tony Soprano.
Aunque sus personajes han tenido más suerte últimamente, las golpizas y muertes se volvieron tan frecuentes en cierto punto que Buscemi comenzó a saltearse el guión hasta el final para ver si su personaje salía con vida, o al menos entero.
Ahora interpreta a una figura de la vida real en la premiada película épica John Rabe (a.k.a. City Of War: The Story Of John Rabe) del director alemán Florian Gallenberger. Buscemi hace de un doctor estadounidense en Nanking, en 1937, que forma parte de un grupo de ciudadanos extranjeros liderarados por John Rabe (Ulrich Tukur), el director de la sucursal china de Siemens y miembro del partido Nazi, quien con la invasión japonesa utiliza su influencia para crear una zona segura para los civiles chinos, salvando un estimado de 200.000 vidas. En este contexto la bandera nazi, en vez de un símbolo de muerte y opresión, se transforma irónicamente en un símbolo de seguridad. Mientras este elemento le presentó a Gallenberger, como alemán, un dilema, Buscemi dice "nunca tuve reparo en eso". "Me interesó realmente la historia desde el principio, incluso antes de leer el guión. Me gustan las historias sobre gente compleja, y John Rabe era una persona muy compleja".
Esta no es la primera vez que Buscemi aparece en una película que refleja las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. En 2001 interpretó a un prisionero de Auschwitz-Birkenau, en The Grey Zone de Tim Blake Nelson. Un desgarrador drama sin tregua sobre el Holocausto que evitó el sentimentalismo de La lista de Schindler, la película no recibió distribución en los cines de vario territorios, a pesar de tener un reparto de calidad compuesto por Buscemi, Harvey Keitel, Mira Sorvino, Allan Corduner y David Arquette. Buscemi se pone filosófico acerca de la suerte de la película. Habiendo visto otras de sus películas ir por el mismo camino, él aprendió "bastante temprano que la experiencia que se guarda es la realización de la película... Es decir, es genial si una película consigue atención. Pero actualmente estoy agradecido incluso si la película es estrenada".
Ya tenía este modo de pensar cuando congenió con un desconocido cineasta llamado Quentin Tarantino en un thriller de bajo presupuesto llamado Reservoir Dogs. Sería la película que traería reconocimiento a Buscemi.
Buscemi es hijo de un empleado del departamento de basura y una anfitriona de hotel. Adquirió aprecio por las películas a través de su madre, que a menudo lo llevaba a él y a sus hermanos al cine, y luego desarrolló el gusto por el teatro. La actuación le interesó desde una edad temprana, pero, comenta: "En realidad nunca creí que eso fuese algo que yo podría hacer".
Al final entró al Instituto de teatro y cine Lee Strasberg de Manhattan dos años después de terminar la secundaria, estudiaba actuación durante el día y hacía comedia stand-up por la noche. Buscemi fue lo suficientemente bueno como para conseguir un lugar en el prestigioso club cómico de Nueva York, The Improv, pero se dio cuenta de que lo que más quería era ser actor. "Me gustaba más trabajar con otras personas en vez de estar ahí solo".
Sin embargo, no abandonó completamente la comedia en vivo, y a principios de los años 1980 formó un grupo de actuación surreal junto a Mark Boone Junior, que duraría casi una década. En esa época, Buscemi además conoció a su futura esposa, Jo Andres, una innovadora coreógrafa y cineasta, y estuvo abierto a la escena artística y al teatro experimental que estaba creciendo a sus alrededores en la East Village. "Una vez que me involucré en eso, realmente se me abrió una puerta al mundo", dice.
Su primer trabajo en pantalla llego por cortesía de Eric Mitchell, que lo incluyó en The Way it Is. Pero fue su tercera película, Parting Glances, donde interpretó a un músico de rock con HIV, la que puso la bola a rodar, según Buscemi ("El primer par de películas no fueron estrenadas hasta después de Parting Glances").
Trabajando con gente como Jim Jarmusch, Tom DiCillo, Alexandre Rockwell y los hermanos Coen se volvió en un sostén principal del cine independiente estadounidense, al mismo tiempo, Buscemi ha evitado encasillarse apareciendo también en menús más comerciales, incluyendo la absurda Armageddon, dirigida por Michael Bay, y Con Air, producida por Jerry Bruckheimer.
"Yo voy a donde está el trabajo interesante", dice. "Ha sido principalmente en el cine independiente, pero desde luego no me opongo a hacer trabajos más comerciales".
Los sueldos más grandes que llegan con trabajos comerciales además le dan los medios financieros para poder dirigir sus propias películas, como Interview de 2007, protagonizada por él mismo y Sienna Miller. "Ayuda saber que más tarde puedo hacer una película grande y estar bien".
A decir verdad, el siempre en expansión curriculum de Buscemi, que ahora tiene un papel fijo en la serie de HBO producida por Martin Scorsese, Boardwalk Empire, sugiere que probablemente le está yendo mucho mejor que "bien". ¿Qué piensa entonces de la frase de Jarmusch acerca de él y no estar en la cima del mundo? Pregunto.
"Creo que no es bueno estar en la cima del mundo", dice, sonando como el anti-James Cameron. "Debe ser solitario estar en la cima. Yo prefiero estar con el resto del mundo".
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