Artículo escrito por Reed Tucker para el New York Post, publicado el 24 de enero de 2010.
Todo sobre Steve Buscemi
El ladrón de escenas es el centro de atención
Como cualquiera que haya visto a Steve Buscemi ocasionalmente tomando el tren F sabe, el tipo es uno de nosotros. Nació en esta ciudad, ha extinguido incendios en esta ciudad y, a pesar de su éxito, se ha opuesto al comportamiento estilo Hollywood. Todavía vive en un
brownstone alejado de la Séptima Avenida en Park Slope y dice que nunca quiso mudarse a Los Angeles.
"Aquí el negocio del entretenimiento no está todo el tiempo en frente tuyo", dice. "Me gusta estar en este negocio, pero no vivir en medio de él. Si vives en L.A., a menos que vivas en la periferia, es difícil de evitarlo".
Buscemi también se parece a uno de nosotros. No tiene aspecto de estrella de cine ni desprende el patentado brillo supernatural que desprenden los famosos, el cual sospechamos que solo puede ser logrado mediante años de tratamientos de spa ridículamente costosos, quizás incluyendo esperma de ballena. Buscemi no es feo, pero tampoco es lindo. Tiene el tipo de cara de la que tu madre diría "tiene carácter".
Sus ojos son saltones. Sus dientes son un poco prominentes. Su pelo está perdiendo terreno con su frente. Pero en vez de ser un detrimento, en realidad su aspecto suma a su viabilidad como actor. Si George Clooney interpretara a un nervioso solitario que no puede conseguir una chica, el público miraría hacia el costado y se dirigiría hacia el lobby. Cuando Buscemi lo hace, todos lo aprobamos al unísono y decimos: "Sí, es más o menos correcto".
Buscemi además, en contra de todos los pronósticos, se rehusó a ser encasillado. Los indie snobs lo veneran como un tipo que sólo lo hace por el arte, pero convenientemente se olvidan que ha hecho no uno sino dos blockbusters de Michael Bay (el mismo número que Megan Fox, para tu información). No es que Buscemi esté particularmente interesado en volverse un referente del mainstream o en retener su imagen de rey del cine independiente.
"No me veo como el rey de nada", dice. "He hecho un montón de cosas diferentes. Películas animadas, películas para niños. Las tramas que más me interesan han sido de películas independientes, pero para mí, no importa de donde proviene el dinero o quien hace la película. Importa el contenido del guion. Eso es lo importante".
Resulta que su última película,
Saint John of Las Vegas, es independiente. Tan independiente, de hecho, que Buscemi la produjo él mismo con su nueva Olive Productions: una compañía que formó con Stanley Tucci y la productora de Robert Altman, Wren Arthur.
"Stanley y yo somos amigos, hemos trabajado juntos algunas veces y ambos dirigimos cuatro películas cada uno. Nos ayudamos el uno al otro para hacerlo, ya sea simplemente hablando del guion, hablando del casting o mirando cortes", dice. "Después de un tiempo tuvo sentido formar una compañía y tener un productor en común".
Mejor conocido, y a menudo querido, por papeles de reparto en series de TV y películas, como
Los Soprano y
El gran Lebowski, en
Saint John, Buscemi se queda con el papel principal.
La película se centra en John, un apostador compulsivo que trabaja para una empresa de seguros de Albuquerque. Cuando su ofensivo jefe (Peter Dinklage) le pide que ayude a investigar un posible episodio de fraude cerca de Las Vegas, John parte hacia la carretera con su malhumorado compañero (Romany Malco). Lo que sigue incluye a Sarah Silverman como una novia empalagosa, una stripper en silla de ruedas y John Cho como una antorcha humana en una feria cuya llama no puede ser extinta.
"El personaje protagonista era encantador, gracioso y listo, y entendí su necesidad de apostar y negarlo", dice Buscemi. "Para mí, eso es lo divertido de actuar: interpretar personajes que tienen problemas y son complicados".
El escritor-director debutante Hue Rhodes desarrolló el guion con la ayuda de Spike Lee, que dictó una de sus clases en la Universidad de Nueva York. Buscemi no tuvo reparos en trabajar con un principiante.
"Siempre me gustó trabajar con escritores y directores nuevos, así que no fue una decisión complicada", dice.
Para su siguiente proyecto importante, el actor se asoció con todo menos un principiante.
Boardwalke Empire es una nueva serie de HBO, basada en hechos reales, que se estrena en otoño. Es producida por Martin Scorsese, quien además dirigió el piloto.
HBO ha dado poca información sobre la serie, excepto que está ambientada en New Jersey en los años 1920 y se centra en Nucky Thompson, "el indiscutido gobernante de Atlantic City, mitad político mitad gangster". Buscemi, que ha filmado casi la mitad de la primera temporada, aporta algunos detalles más.
"Thompson no es un gangster. Es el tesorero del condado. Consigue las cosas utilizando cualquier medio necesario", dice. "Cuando aparece la ley seca, no se va a desvivir por la ley para darle a sus electores lo que quieren".
Muchas de las escenas fueron filmadas en un set gigante del paseo marítimo de Atlantic City — completo con arena transportada con camiones — construido en un parking de Greenpoint, Nueva York. "También hemos filmado en un montón de iglesias antiguas de Brooklyn que a lo largo de los años no han cambiado", dice Buscemi. "Hemos estado por todos lados. Bronx, Staten Island. En todos lados menos Atlantic City".
Incluso sin el proyecto de Scorsese en su curriculum, el lugar de Buscemi en la historia cinematográfica está asegurado — solo por ser el tipo que metieron en la picadora de madera en
Fargo.
Pasó mucho tiempo desde su época como actor novato, alumno desertor, haciendo trabajos temporales, incluyendo el bombero de NY durante cuatro años en los 80, y viviendo en la East Village.
"Vivía ahí porque el alquiler era barato, y me llevó un par de años darme cuenta de que había un movimiento a mi alrededor", dice el actor, que se mudó a la zona en 1978. "Música, arte, performance, danza, teatro. Había como una especie de comunidad de personas que trabajaban unos en los shows de los otros o iban unos a los shows de los otros y viceversa. Fue una época realmente divertida".
Así y todo, hoy no es tan mala tampoco.